sábado, 17 de diciembre de 2016

Cien Años de Soledad o Una Crítica a Mis Hábitos Lectores


Cien Años de Soledad
Gabriel García Márquez

Hubo un tiempo en que yo sentía que era una excelente lectora.

Allá por mis años en el colegio, solía sacar libros de la biblioteca a menudo-a mi yo de esa época le parecían muchos muchos- y sentirme orgullosa de terminar libros gordos y que la gente de mi edad no llegaba ni a tocar.

En retrospectiva, no es que haya leído una cantidad tan importante de libros, ni tampoco que hayan sido los libros más complicados, pero como estaba evidentemente sobre la media de las personas que conocía, pues me sentía bastante bien conmigo misma en ese sentido. Independiente de si entendía todo lo que leía o si disfrutaba cada cosa que elegía sacar de la biblioteca, lo que más valoro de ese tiempo es de leer variado y de unas habilidades que he perdido con los años y que me parece necesario recuperar. Porque el hecho que me cueste leer libros usados es, por decir lo menos, una cuestión que incapacita, y por decir lo más, una cuestión bien tonta.  Y qué decir que me haya habituado a leer solamente novedades y que los libros con más de veinte años de existencia también me cuestan (esto ligado a que, por su edad, suelen ser libros usados, aunque me pasa también con libros recién comprados o con poco uso).

Para empeorar mi pobre panorama lector, durante mi tiempo en la universidad desarrollé la costumbre de leer principalmente en el bus y luego ya en mi casa se me ha hecho difícil sentarme a consumir un libro. A mi pobre cerebro ya no le hace tanto sentido que me siente en un sofá o mi cama para seguir una lectura.


Como resultado durante 2015 apenas si leí unos cuantos libros y este año que está por terminar han sido tan solo un par. Una miseria total.

Bueno, Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez es un libro con más de veinte años y la edición que leí (que es la misma que se ve en las imágenes) también tiene más de veinte años (la contratapa se salió incluso).

A lo que voy es que esto más que una reseña (ya no sé si llamar así lo que escriba aquí) es un comentario acerca de mi experiencia leyendo el libro. La experiencia de una persona que, hoy por hoy, se considera una mala lectora.

¿Es ridículo que me haya sentido presionada leyendo este libro? Tal vez. Probablemente. De cualquier forma es un hecho que me sentí mal por no leerlo de una sola vez y dejar que pasaran días y hasta semanas entre una lectura y otra. Por eso hace mal dejar de leer seguido, niños.

Una cosa que me pasó es que se me enredaron los nombres de los personajes, lo cual le quitó bastante a mi lectura. En general soy un desastre recordando nombres, pero creo que eso se hubiese solucionado fácil si lo hubiese aceptado y me hubiese tomado tres minutos de mi tiempo en dibujar/googlear un árbol genealógico de los Buendía. O tal vez la solución podría haber sido netamente interna. Tal vez debí realmente hacer el esfuerzo mental de asociar cada nombre con un rostro o una acción, y crear ese árbol genealógico en mi cabeza. Pero no lo hice. Fue una lectura con el mínimo esfuerzo (quizás todas mis lecturas son con el mínimo esfuerzo, jo jo).



Yendo a otro tema más positivo, me encantó la sensación de ambiente de la historia, por decirlo así. Esa atemporalidad rara que también me producen historias contadas en otros medios y de tonos muy distintos, como lo son Los Moomin y las películas de Miyazaki. De hecho, todo, absolutamente todo me lo imaginé al estilo del Studio Ghibli. Dentro de mi cabeza la experiencia de leer Cien Años de Soledad fue como ver una película de animación del creador de Totoro. Me imagino la casa de los Buendía con esa forma tan maravillosa en que los artistas de Ghibli pintan los fondos. La comida, (¡los animalitos de caramelo!), la sangre, los objetos traídos de Europa y la lluvia cayendo implacable sobre el pueblo no podía verse de otra forma que no fuera el estilo de Ghibli.

Una cinta de Cien Años de Soledad hecha por el Studio Ghibli (en un mundo donde Miyazaki sigue ejerciendo como director por un tiempo más y las adaptaciones salen perfectas) quedaría hermosa. Aunque, por supuesto, las escenas de sexo y el tono de la historia en varios puntos no calzaría mucho con el estilo de la compañía. Pero imaginar adaptaciones imposible es gratis.


Saltando a otro punto están los personajes. Yo me quedo con Úrsula como mi personaje preferido. Ella es muy badass, y me agradan los personajes que son la voz de la razón y que además están llenos de amor por sus protegidos. El resto de la familia es interesante porque, ¿cómo no va a ser interesante tener una familia completa de gente con distintos delirios? De hecho, el que haya tantos personajes, cada uno con su drama personal da como resultado el que puedas abrir el libro en cualquier parte y enganchar con algo. 

Hablo de todos en general por esa estupidez de no aprenderme los nombres. La parte lectora de mi mente está tan apolillada que hasta los nombres de las mujeres, que son obviamente distintos entre sí (excepto una excepción, si mal no recuerdo) se me confunden.

Olvidaba referirme a todo lo que es la magia de este realismo mágico (?). Tampoco es que tenga mucho que decir. Solo que me gusta mucho, me gusta como todo lo extraño que pasa es aceptado, me gusta el sentimiento que producen todas las cosas fuera de lugar (al menos para quien lee) que suceden y simplemente son. Lo considero hermoso. No sé que más añadir, le dan un aire único a todo, memorable. Es una mezcla de nostalgia y asombro.

Para concluir, dejo dicho que tengo que volver a leer este libro para hacerle justicia. Me consta que lo voy a disfrutar mucho más que con esta primera lectura si lo leo con la mente despierta/usando mi cerebro.


Me disculpan, fantasmas, que siga dando la lata con Ghibli, pero es que al terminar de leer se me vino esta imagen a la cabeza. Que no es exactamente la misma acción que pasa en la historia, pero algo así me imaginé la secuencia.